Sinmigo

Ya no me interesan mis manos. No quiero tenerlas si con ellas no puedo tocarte, escribirte o coger las tuyas. Tampoco me interesan mis ojos, ¿alguna vez dijiste que te gustaban mucho? Bueno, pues te los regalo, seguramente no brillan como en ese momento, pero tal vez podás conseguir un poco más de brillo si mi mente no los opaca recordándote mientras hablabas y ellos sólo podían admirarte. Es más, es probable que no se empañen con lagrimas si sos vos quien los tiene, y yo ya no puedo ver igual la vida, así que de todas formas debo cambiarlos.
Las teorías sobre viajes en el tiempo también dejaron de parecerme interesantes; si no hay un desarrollo físico a la posibilidad de volver a tus ojos enamorados, no me interesa que el hombre consiga la fórmula para manipular la velocidad de la luz sin desintegrarse. Menos aún quiero ver los amaneceres, no quiero ver cómo se curva el rojo y yo me doy cuenta de que no vas a volver, no quiero que cada día empiece y termine sin vos, no quiero los días sin vos. 
NO me interesa este aire que me rodea, ni siquiera tiene la capacidad de llenarme los pulmones, me ahoga, no es capaz de secarme las lagrimas, me marea, empuja mi cabeza hacia abajo y ya no le importa la hora, ni quién me ve. 
En fin, no quiero esta vida, es diferente, de repente las calles me dan claustrofobia, las personas se me hacen muy agresivas y los percances de mi rutina no encuentran su destino en historias que quisiera contarte. 
No te estoy pidiendo que volvás, sino que me llevés con vos, porque aquí sola estoy empezando a desintegrarme y no sé cómo detenerlo, a veces es más fuerte que yo y realmente no quiero quedarme. 

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