Empecemos por la eme:
Hoy no te hablo para pedirle una disculpa, esta carta no tiene como propósito convencerte de que volvás, ni mucho menos. Considero que entre vos y yo ciertos temas quedaron inconclusos y antes que nada yo te consideré mi amigo, así es que el día de hoy me decidí por comunicarte expresamente todo lo que pasa por mi mente cuando divago y me encuentro con tu recuerdo; me gustaban tus ojos… sí, ese par de esferas color caramelo. A mí me gustaba quedarme mirándolas -y ahora queda claro que no te clavaba la mirada por retarte, sino sólo por disfrutar del placer que me brindaba el contemplarlas- yo me perdía en esa mirada para encontrarme luego en tu boca, pero tus besos nunca me llevaron tan lejos, todo siempre estuvo en tus ojos. Ahora, me parece pertinente comentar que si de masoquismo se tratara, si de peleas yo me llenara, creéme que en este momento estaría a tu lado o al menos esperando a que volvieras por mí. Pero no, complicarme la vida discutiendo con alguien que no tiene un pun...