Seguramente mi horóscopo te mencionó un día en que no lo leí. Los apócrifos te presagiaron y yo los ignoré. Incluso me miraste y no me dí cuenta, porque nos cruzamos sin tropezar. Te estuve buscando sin descanso, pero en realidad nunca quise encontrarte y te me fuiste, sin siquiera tenerte. Por mucho tiempo imaginé tu sonrisa, tu cabello, tus brazos a mí alrededor, queriendo que existieras... y existís. No conmigo, no por mí, pero ahí estás. Te desconozco y ya no hay apuro. No tenés que estar conmigo para saber que nos pertenecemos, en algún punto de la nada y el todo, somos para ambos. No aquí. No ahora. Y está bien, tal vez Platón no concebía la idea de dejar el conocimiento sin descubrirlo, porque quería saberlo todo, aunque lo negara constantemente. Pero en realidad hay cosas que no deben ser conocidas y su magia radica en eso, como vos en mi vida y yo en la tuya. Probablemente lo entendí todo mal y resulta que coincidir es más difícil que olvidar y que hay amores que ...