Las hormonas se activan y su respiración se acelera en conjunto con mis latidos, todo es muy rápido, no le prometo nada porque tampoco sé qué va a pasar. Yo sólo me permito dejarme llevar por sus caricias, por el sabor de su cuerpo y la textura de su piel. Me gusta cuando se queda quieto y me mira en silencio, cuando me toma por el cuello y siento cómo mi piel responde a su tacto. Me gustan también los vestigios al día siguiente, cuando no dejo de evocar ese momento, para volver a sentir sus labios sobre mí. Me encanta cuando lo pongo así de nervioso, cuando volteo a verle los brazos y me doy cuenta de que le achiné la piel. Yo simplemente sigo el conducto habitual, con los mismos movimientos pero en diferentes direcciones. Es una delicia saborearlo, no logra compararse con nada de lo que he probado antes. Quédese quieto un momento, si quiere yo no lo demoro mucho. Solamente quiero provocarlo, nada más…
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